Análisis de los cuentos “El Guaraguao” de Joaquín Gallegos Lara y “El Cholo que se vengó” de Demetrio Aguilera Malta


Los cuentos del Grupo de Guayaquil dejaron un legado invaluable en la historia de la literatura ecuatoriana. A través del realismo social, sus obras dieron voces a los personajes que jamás habrían podido manifestar su vida en la sociedad de la época. Gracias a la traducción literal del lenguaje, costumbres, tradiciones, hechos históricos y realidades, los movimientos sociales dieron un impulso en el reconocimiento de la cultura costeña.

Los cuentos del Guaraguao y El cholo que se vengó dan cuenta de la situación del montubio ecuatoriano en las primeras décadas del siglo XX. Conceden en su narración una perspectiva antropológica de las costumbres y situaciones cotidianas de hombres, mujeres e incluso migrantes de otros lugares. Los autores describen al habitante de la costa como un ser libre, determinante, valiente, no se deja vencer por las circunstancias, siempre encuentra la manera de salir adelante, machista en su relación con el sexo femenino, es consciente de la pobreza que le tocó vivir. Se muestra en los cuentos, la personalidad única del costeño.

Por otra parte el léxico de la narración es rico en palabras autóctonas. Los montubios en su particular forma de expresarse describen su mundo rural en una variedad de palabras propias como el guaraguao (ave rapaz con un distintivo rojo en su cresta), micos (monos), paliza (violencia doméstica) incluso para el habitante costeño el sobrenombre es más importante que el nombre propio, como en el caso de Chancho-rengo, (“…Allá le decían”). Dentro sus relaciones sociales, el sobrenombre caracteriza jocosamente a la persona que lo lleva, es como una norma social familiar dentro de las costumbres montubias.

A principios del siglo pasado los grandes terratenientes costeños hicieron fortuna con la explotación cacaotera y la exportación de otras materias primas. El gran protagonista del trabajo en los campos y las haciendas era el montubio, sin embargo, en la época era común la discriminación por el origen, educación, posición social e incluso por el acento o dialecto que poseía la persona. Dentro de esta falacia social surgió un movimiento crítico literario de donde se desprenden estos cuentos (El cholo que se vengó y otros), dando al montubio una representación vital en la cultura ecuatoriana como feroz crítica a la sociedad burguesa.
La realidad dialectal y fonética es claramente distintiva. “…Tenía que ser lo que jué. ¿Te acordás? Nos palabriamos, nos íbamos a casar… De repente me llaman pa trabajá en la barsa”  La forma de expresarse incluye algunas variaciones en la pronunciación, por ejemplo en el reemplazo de consonantes por otras, (..viajao) matao Er, juí,  largao) Es común dentro de la oralidad decantarse por el reemplazo de consonantes por vocales y otras consonantes, “…picao”, picado,  sío, sido.

Como parte de su diario vivir el montubio prefiere los sonidos labiodentales con preponderancia de la /f/, interdentales  /z/, y los sonidos sordos de la /p/, /t, /ch/, /z/, /s/, /j/, /f/. (..criao, trabajao,). El acento de los personajes se destaca la preferencia por el acento oxítono (…lo que jué) (..me habís engañao y te habís burlao e mi). Se destaca mayormente el sentido de la emoción al hablar al dejar el acento al final de la palabra, es como si inconscientemente dejara en claro la importancia de lo que tiene que decir. Los sonidos fricativos /f/, /z/, /j/, /s/, dan ese particular sonido al escucharlos hablar; los autores colocan íntegramente como parte de la realidad dialectal de la zona.

Los cuentos realistas de los  escritores como Gallegos Lara y Aguilera Malta dieron un impulso al realismo social a principios del siglo XX. Las obras no solo se pueden leer como recreación sino como una forma de apropiación de la cultura y realidad social que fue tan renuente en la época de estos autores.  

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