¿Qué es la vida sino una obra de teatro en la que cada uno hace un acto hasta que baja el telón?


La vida de Erasmo de Rotterdam es una de las más prolíficas en la historia europea, tanto así que el día de hoy el programa de intercambio universitario más grande el mundo lleva su nombre. Fue uno de los primeros en reconocer una vida mucho más amplia y humanista que la medieval. En el contexto de su vida, sus obras están dentro de uno de los mayores periodos de artes y conocimiento del mundo: el renacimiento.

En la frase, “¿Qué es la vida sino una obra de teatro en la que cada uno hace un acto hasta que baja el telón?” es claro el sentimiento individualista del ser humano. Luego de un largo oscurantismo los europeos pueden liberarse de las cadenas religiosas y pensar por sí mismos. Ya no existe un apego directo a toda obra a lo católico, por primera vez hay una humanidad expresada en el pensamiento. Se manifiesta el libre albedrío de actuar en cada situación según su naturaleza humana, ya no condicionada por factores externos, sino por la esencia misma del pensamiento.


El telón es la representación de la obra, antes y después de actuar, el ser humano tiene la habilidad de representarse según los medios en los cuales vive o habita. Hay una representatividad humanista, natural, libre, aunque los condicionamientos externos o internos parezcan mayores que la libertad de actuar según su ser. Es el telón el alivio de no actuar más por los demás, de sobrevivir un día más. Es la oportunidad de comenzar un nuevo día con un nuevo acto y diferente perspectiva.

Para Erasmo la vida es como “una obra de teatro”. Hay dramatismo, comedia, tragedia, romanticismo, decepción, pero no debe embargar el pesimismo. El tipo renacentista es versátil, inteligente, hábil, ahora es dueño de su libre albedrío en forma total. Es capaz de reírse de la vida, crear arte con sus manos, como lo hacían los antiguos romanos que nos les importaba la moral en su vida y vivían más plenamente que el ciudadano promedio de la Europa de la época.

Pero no todo es tan sencillo porque “...cada uno hace un acto...”. Las consecuencias de malas actuaciones siempre estarán bajo el espíritu crítico de la sociedad renacentista. La libertad individual también busca el perfeccionamiento de los clásicos ya que busca el conocimiento en cada obra realizada. Por eso la actuación debe estar dirigida fundamentalmente por la razón. Ésta última es más confiable en su naturaleza más pura, permite dirigir el corazón, la vida e imperios enteros y así no enfrentar los conflictos que desencadenan consecuencias fatales.



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